IN FERNEM LAND

BAYREUTH 2014: DER RING DES NIBELUNGEN SEGUN EMILIO JOSÉ GÓMEZ RODRÍGUEZ


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Hoy cedo gustosamente el espacio de mi post diario a Emilio José Gómez Rodríguez, autor como muchos sabréis del magnífico libro El Nuevo Bayreuth de Wieland y Wolfgang Wagner, que ya fue motivo de un post en IFL cuando se presentó en Barcelona, para que nos cuente su primera experiencia wagneriana en la Verde Colina, nada más y nada menos que con el ciclo completo del Ring dirigido por Kirill Petrenko y Frank Castorf.

Cedo pues el protagonismo a Emilio José, no sin antes agradecerle su predisposición inmediata a colaborar con este artículo para el blog, que espero que no sea el último, ya que aún adelantándome en exceso a los acontecimientos, espero contar con su inestimable colaboración, así como con la de otros ilustres “infernemlandaires” en la nueva etapa que se avecina.

El discreto encanto de la decadencia.

Ante todo, agradecer a Joaquim la oportunidad de ofrecer mi visión del Anillo del Nibelungo en su blog, en concreto del último ciclo, ofrecido entre los días 22 y 28 de agosto. No es sencilla la tarea de glosar un Anillo completo en pocos párrafos, y soy consciente de que esta opinión levantará polémicas, como suele ser habitual siempre que se trata el tema de Wagner o de sus representaciones. Me gustaría resaltar una cuestión previa: seguí las retransmisiones en Radio Clásica y BR-Klassik y puedo decirles que la toma de sonido no era para nada benévola, ni con las voces ni con la orquesta.

El festival ya no es lo que era. La prensa denuncia año tras año una decadencia imparable en cuestiones tanto artísticas, como administrativas o de gestión. Casi todas las puestas en escena son abucheadas sistemáticamente desde tiempos de Chereau. En la última década todas las nuevas propuestas escénicas han sido automáticamente descalificadas y recibidas con una tormenta de ruidosas desaprobaciones. Las voces no mejoran el resultado global, estableciéndose entre los aficionados la diatriba de si tal o cual Siegfried supera a Manfred Jung –de ingrato recuerdo entre el wagneriano–, por poner un ejemplo. Para colmo de males esta edición, en la misma velada inaugural y radiándose ésta a medio planeta, falló la puesta en escena y debió detenerse la representación durante una hora; lo nunca visto.

Para el visitante esa sensación de decadencia lenta pero imparable es igualmente palpable: los muros que flanquean el balcón del Festspielhaus se encuentra todavía en restauración y oportunamente cubiertos por telas, que procuran disimular la obra; igualmente se encuentran en restauración el archivo y el museo de casa Wahnfried, lugar de peregrinación obligada. Para colmo, hasta el coqueto y barroco Teatro de la Margravina se encuentra inmerso en labores de rehabilitación. Todo esto provoca en el visitante novato la impresión de presenciar la antesala de una decadencia que no ha sido prevista ni por la organización del festival, ni por las autoridades locales, que quizás han abandonado a la inercia el funcionamiento de esa gran maquinaria que es el Festival ideado por Wagner, allá por 1876.

Pero volvamos a lo que realmente nos interesa, las representaciones del ciclo wagneriano por excelencia. Para quien esto escribe es imposible separar el lugar del hecho artístico en sí. Todo el rito previo, la misma sala, crea unas expectativas y una emoción inasequible a otros teatros. Esto influye indudablemente en la percepción del espectáculo, de ahí que el crítico poco curtido en el Festspielhaus (como es mi caso) necesite de varios días para asimilar todo lo vivido. Pese a esta advertencia a navegantes, procuraré ser lo más objetivo posible.

En primer lugar, llama la atención la claridad y definición del sonido, menos brutal en los momentos más exaltados, pero con mayor amplitud de planos cuando la partitura exige de texturas casi orquestales. Aun así la célebre acústica del Festspielhaus no brilló en todo su esplendor, y esto se debió a motivos ajenos a la orquesta y a la batuta. La citada orquesta recoge a los mejores músicos de las orquestas centroeuropeas, que siguen renunciando a sus vacaciones estivas por el honor de tocar en el peculiar foso de Bayreuth. El nivel ha sido muy alto (nada que ver con lo oído en las retransmisiones radiofónicas) y la orquesta demuestra un empaste y una precisión envidiables. El discurso sonoro es siempre fluido y flexible en las dinámicas, de una riqueza sorprendente. Por desgracia, el mismo mal que afecta nuestras orquestas parece haber hecho mella en la agrupación bávara: el metal, sobre todo las trompas, fallaron más de lo esperado. Pese a todo, el nivel en las cuatro jornadas fue sobresaliente. Sólo por la orquesta merece la pena la peregrinación.

Kiril Petrenko dirige con conocimiento y perspectiva global, algo nada fácil en una obra de tal magnitud; fue de menos a más, con un Oro del Rin excesivamente discursivo y falto de lirismo en algunos momentos, pero cuyo formidable ascenso al Walhalla (es un decir) preparó a la audiencia para las jornadas de los próximos días. Su Walkyria fue de una delicadeza y contundencia exquisitas. El sonido, por lo rico y animado, recordaba a veces al de Solti en disco, con el atractivo añadido de poder degustarlo en su teatro ideal y en vivo. En Siegfried mostró de nuevo una dirección nerviosa, agitada y atenta al detalle, con un íntimo dúo final. El Ocaso ofrecía al director ruso la oportunidad de lucirse y éste no la desperdició en absoluto, con tempi de lo más variado y con toda la efusividad que requiere la obra; la escena de las Nornas, la marcha fúnebre y prácticamente toda la escena final demuestran que Petrenko puso toda la carne en el asador. Los grandes maestros siempre afirman que el Anillo debe concertarse de menos a más, es decir, controlar la efusividad en el Oro y saber escanciar con equilibrio los momentos más brillantes, con otros de carácter más discursivo; pues bien, el joven maestro ruso (43 años) cumplió con creces su misión, ofreciendo una Tetralogía en la que la desesperación de la tragedia final se adivinaba a medida que nos aproximábamos al Ocaso. Mención aparte merece el coro del festival, preparado con mano maestra por Eberhard Friedrich, ocupado en su breve aparición en mil avatares escénicos y que no distrajeron ni a uno solo de sus miembros. Resulta sorprendente lo homogéneo y compacto del sonido. La afinación tampoco se vio afectada en lo más mínimo por lo escénico, ofreciendo ese retrato brutal y un tanto «hooligan» de los vasallos guibichungos.

Dentro del apartado vocal (y por sorprendente que pueda parecerles a los que siguieron las retransmisiones radiofónicas) el grupo ofreció mayor solvencia de la esperada. Desde todas las perspectivas los triunfadores vocales fueron los welsungos, encarnados con disparidad de caracteres por Anja Kampe y Johan Botha. La primera toda pasión y entrega, desgranó su Sieglinde como si se tratase de la última vez; la línea vocal no es inmaculada pero el control y el apoyo del fiato sobre la línea de canto son admirables. Botha, por otra parte, no destacó dramáticamente, pero supo infundir cierta elegancia a su fraseo, con un material vocal sobresaliente, que dejó muy alto el listón al resto de sus colegas masculinos. La Brunhilde de Catherine Foster sigue sonando juvenil y entusiasta. Su potencia en el ascenso al agudo y su particular color vocal son sus señas de identidad. Por desgracia, pese a ser la más braveada, en las dos últimas jornadas se mostró «calante» en alguna de sus intervenciones más destacadas. Una lástima, porque el instrumento es de una calidad excepcional, pero se la observa en algunos momentos cansada (atención a la «pájara» que sufrió en el tercer acto de la Walkyria). En un territorio algo más discutible encontramos el Wotan de Wolfgang Koch, poseedor de un instrumento de cierta contundencia y color agradable, pero que no supo terminar de fascinar en alguna de sus intervenciones estelares. Desde el punto de vista dramático nos hallamos ante un actor sobresaliente, capaz de asumir con toda naturalidad las transformaciones de su personaje, impuestas por la «regie». Merece mención aparte la prestación de la mezzo berlinesa Nadine Weissmann como Erda, espléndida en el Oro y brillante, a secas, en Siegfried. Destacaron entre los nibelungos el talento dramático y la más que correcta desenvoltura vocal de Oleg Bryjak como Alberich y Burkhard Ulrich como soberbio Mime. Igualmente notables fueron la Fricka de Claudia Mahnke, el Hunding del surcoreano Kwangchul Youn y el muy canalla Hagen de Attila Jun. Merece mención aparte Mirella Hagen, como Pájaro del Bosque, capaz de interpretar su breve pero exigente particella con garantías, pese al vestuario y a sus evoluciones en escena. Dejamos para el final la discutida interpretación de Lance Ryan como Siegfried. Evidentemente, el instrumento está muy gastado y en ocasiones se rebela contra el cantante, que no siempre parece poder doblegarlo a todos los matices que él desearía. El color nunca ha sido atractivo y con el tiempo éste se va aclarando peligrosamente, hasta el punto de confundirse con Mime (nada nuevo bajo el sol). A su favor tiene precisamente una capacidad sorprendente de colorear el sonido en momentos concretos (su escena del falso Gunther o el «racconto» del Pájaro del Bosque en el tercer acto del Ocaso lo demuestran). Conserva la extensión requerida para el papel, pero los ataques al agudo son demasiado tortuosos, con portamentos eternos y no siempre logra vibrar la voz una vez alcanzada la nota. Hay que añadir que la suya es la parte más exigente desde el punto de vista dramático; el Siegfried de Castorf es un jovenzuelo malcriado, machista, sin escrúpulos, nada heroico, más bien todo lo contrario; y ese carácter canalla (casi macarra) lo encontramos en la «insolencia» vocal de Ryan. La recepción por parte del entusiasta público fue más bien fría, aunque se oyeron algunos bravos y algún que otro abucheo aislado.

Por último, la puesta en escena. Como todos saben Frank Castorf desató un escándalo mayúsculo el año pasado con su presentación del Anillo del bicentenario. La acumulación de críticas negativas, noticias sobre el ocaso real de Bayreuth a consecuencia de esta producción o el mal presagio de las entradas devueltas a finales de mayo, hacían temer lo peor. El trabajo de Castorf ha de ser analizado con la perspectiva que ofrece la reflexión pausada; quien esto escribe ha necesitado de varios días para poner en orden y otorgar su justa importancia a todo lo visto sobre el escenario. El espectáculo, en líneas generales, no es muy diferente de lo que pudiera verse en otros escenarios europeos hoy día (una lástima que Bayreuth no vaya a la vanguardia y se limite a seguir la corriente general). De sobresaliente podríamos calificar el excelso trabajo del escenógrafo serbio Aleksandar Denić; sus impresionantes creaciones del Monte Rushmore del marxismo, y (por oposición) de la fachada de la bolsa de Nueva York resultan impactantes cuando se desvelan ante el espectador. El trabajo de Castorf adolece en un primer momento de unidad: cada una de las obras que conforman la Tetralogía se sitúan en un espacio y época diferentes. El hilo conductor de toda la dramaturgia es la historia del oro del siglo XX, el petróleo, como una herramienta política y económica de oriente y de occidente, de capitalistas y comunistas. El lenguaje que utiliza Castorf no difiere mucho del empleado en «su» teatro, el Volksbühne berlinés que dirige desde 1992, en el que acostumbra medir los dramas que escenifica con el conflicto eterno entre capital y la lucha obrera, herencia directa de haberse formado en la extinta RDA. El vocabulario básico de este lenguaje proviene del cine: de Tarantino, de los hermanos Cohen o de las «road movie», así como del realismo ruso; y se sirve del cine (un arte que casi parecía preludiar el planteamiento dramatúrgico original de algunos dramas de Wagner) para mostrar al público aspectos habitualmente ocultos de la narración. La propuesta ofrece poderosos puntos de interés, aunque no siempre se encuentren bien resueltas las conexiones entre concepto y libreto. Lo ofensivo resulta anecdótico e incluso cuenta con aciertos escénicos notables. La dirección de actores es exigentísima y muy cuidada, sobre todo la de los personajes de Wotan y Siegfried. Si alguien esperaba ver una representación «filológica» de este eterno drama del mundo que es el Anillo, peca de excesiva ingenuidad. La propuesta de Castorf puede parecer chocante (lo es a veces), provocativa (ni la mitad de lo que puede llegar a hacer otro director patrio, del que todos conocen el nombre) o sencillamente escandalosa; pero, al igual que pasara con Chereau-Boulez o Kupfer-Barenboim, con el tiempo volverán las aguas a su cauce y lo que hoy resulta escandaloso y casi sacrílego será una lectura más, quizás no la más acertada, pero perfectamente válida, de una obra que mantiene intacta su capacidad de sugerencia, su eterna locuacidad a los públicos de todas las épocas y que demuestra, sin duda alguna, que en el Anillo Wagner logró forjar su anhelada obra de arte del futuro.

Un comentari

  1. Dan ganas de ir, ahora que las entradas se pueden conseguir más fácilmente… Gracias por la crónica Emilio José. Una síntesis fantástica y que me hace reafirmarme en la opinión de que las retransmisiones radiofónicas no suelen hacer justicia a las representaciones en vivo. Más de una vez me he asustado al escuchar la grabación de radio de un espectáculo al que he asistido previamente: lo bien que sonaba en directo y lo “mal” que cantaban en la grabación.

    M'agrada

    • Si las retransmisiones radiofóniucas no tiene nuenas tomas de sonido apaga y vámonos. Una cosa es que las representaciones vistas por Emilio José y las de radio nada tengan a ver y en Lance Ryan se haya posado la mismísima virgen de Lourdes, la otra es que el sonido que nos llega de la radio bavara sea dificilmente mejorable.
      Uno que canta mal, canta mal siempre, ahora si la imagen nos distrae hasta hacernos olvidar de lo que oímos, eso ya es otra cosa 😉

      M'agrada

  2. dandini

    Me ha encantado tu crítica que huye de la prioridad de la exhaltación de la nostalgia para intentar dilucidar lo que ahora vemos y oímos con sus defectos y sus cualidades.
    Le he oído a Wolgang Koch el Alberich en Hamburgo y me pareció no un genio pero sí un muy buen cantante.
    Magnífic fitxatge Joaquim !

    M'agrada

  3. Kiko

    Gràcies Joaquim per enriquir ILF amb aquestes col·laboracions tan valuoses.
    Estic 100% d’acord amb el comentari “Todo esto provoca en el visitante novato la impresión de presenciar la antesala de una decadencia…”

    M'agrada

    • Que es una decadència és tan obvi com veure que mentre a Viena triomfa Terfel cantant l’Holandès, a Bayreuth s’han de conformar amb un herald ascendit a holandès, per no fer una llista exhaustiva de les mediocritats amb que serveixen els repartiments.

      M'agrada

  4. Isolda

    Felicidades Emilio José por este artículo tan ilustrativo y interesante. Completamente de acuerdo referente a las retransmiciones por radio, el sonido auditivo és nefasto perjudicando en particular las voces.

    M'agrada

    • Nefasto el de Bayreuth? Hop dius en serio?, No entenc res….
      Les gravacions que he posat a disposició extretes del senyal TDT digital, donen una qualitat de so espectacular si s’escolten en un equip, no a l’ordinador, és clar.

      M'agrada

    • Emilio J. Gómez

      Muchas gracias por vuestros comentarios.
      Son mis impresiones y procuro que servirlas lo más libre posible de prejuicios. No es fácil pero lo intento. No todo es blanco, ni negro.

      M'agrada

  5. Antonio

    Es muy interesante la crónica aunque no la comparta, yo también asistí a las representaciones de ese mismo ciclo y por tanto vimos y escuchamos lo mismo.
    La dirección de Petrenko, muy valorado últimamente, me pareció interesante aunque ese interés se va perdiendo a medida que hay que implicarse más en lo dramático y épico. Petrenko detalla bien pero no llega a meterse dentro, quizás en futuros ciclos pueda ofrecernos algo más realmente intenso, aunque con esa orquesta y a pesar de los fallos todo suena espléndido.
    Lamentablemente los cantantes no dan la talla, salvo Kampe, Bryjak y en menor medida Botha y Mahnke, no hay nadie que supere una medianía con tendencia a la baja.
    Koch, Foster y el resto son cantantes para Tetralogías de teatros de provincias alemanes, me refiero a los del segundo nivel, no Berlin o Munich, y por lo tanto mucho menos Bayreuth.
    El caso de Ryan es distinto, puesto que este a diferencia de los otros, canta muy mal.
    Para no alargarme en discusiones bizantinas, siento discrepar totalmente en cuanto a la producción de Castorf, nunca la compararía con las de Chereau o Kupfer, sencillamente porqué aquellos fueron fieles al original, mientras que Castorf, saltándose la coherencia narrativa y cronológica de la historia, se inventa incluso situaciones y personajes (los dichosos cocodrilos) para adaptar a lo que él nos quiere contar, algo que difiere a Wagner.
    No siempre ha funcionado la paulatina aceptación de las producciones más protestadas en Bayreuth, hay producciones que nacieron malas y murieron malas, estoy convencido que esta es una de ellas.
    Dejarse llevar por la magnificencia de las grandiosas y admirables escenografías de Aleksandar Denić, puede que distraiga de lo que Castorf nos propone, que no es nada nuevo, como todos los directores de la ex RDA tiene unos problemas y traumas personales que resolver, pero su dramaturgia queriendo ser rompedora es antigua, con voluntad de provocar y sin aportar nada realmente nuevo. Para mí no ayuda a explicar nada y su historia difiere demasiado del original.
    Hace tiempo que sigo el blog, no pensaba comentar en los posts que se publicaron a principios de agosto, pero ahora aprovechando la crónica de hoy y teniendo bastante reciente el impacto vivido, me he estrenado. Compré las entradas de manera oficial apenas un mes antes de asistir, algo realmente insólito, prueba del poco interés que suscita este nuevo Anillo.
    La inversión realizada no se justifica con lo recibido.
    El público y su reacción ante lo visto y escuchado merece todo un capítulo a parte.

    M'agrada

  6. Oli

    Gracias, Emilio, por ese comentario tan pormenorizado. Coincido con tus planteamientos en líneas generales. El Ring III, vocalmente, estuvo mucho mejor logrado que las retransmisiones radiofónicas, en las que Catherine Foster no estaba del todo a gusto, y Lance Ryan por debajo de lo que nos ofreció. Quizás mencionaría la gran hazaña física del estupendo actor Lance Ryan, y asimismo mi entusiasmo por escuchar por fin, después de tantos años, a un Siegfried con notas agudas ejecutadas sin el menor esfuerzo y con una autoridad pasmosa, lo que dio lugar a un héroe macarra, vulgar, y cuadró perfectamente con el objeto del escenógrafo, del director musical y del tenor.

    M'agrada

  7. Oli

    También quería subrayar, como lo acabas de hacer, la inmensa calidad de los intérpretes de los Wälsungos, Kampe y Botha, que fueron los más ovacionados de todos. Sin lugar a dudas, un Siegmund y una Sieglinde para la historia. Por lo contrario, el Alberich de Bryjac no me pareció del todo satisfactorio, comparado con el excelente nivel de los demás cantantes: dificultades para llegar más alto que el re, y una pronunciación alemana no del todo correcta.

    El Wotan de Koch pasará sin duda a la historia, no tanto por la autoridad vocal como por la infinidad de matices que ha metido. El monólogo del segundo acto de Walküre ha sido una proeza que recordaba a Theo Adam.

    Creo que los dos fallos de la trompa no merecían mención alguna. Se trata de un directo, no se trata de una versión en un estudio. Los he olvidado. La dirección orquestal de Petrenko quizás sea una de las más claras y de las más pensadas que hemos oído nunca. Cuando sabes la partitura, lo notas en seguida: las dinámicas están en su sitio, un forte no es un mezzo-forte, un piano no es un pianissimo. Un allegro con moto no es un allegreto. Ha edificado un monumento, tanto en el detalle como en las líneas generales. Nunca había oído un contrapunto tan nítido, lo cual parece un reto. Un Wagner reinventado.

    Ya hemos tenido ocasión de hablar largo y tendido de la escenografía. Más allá de los detalles (podemos mencionar los cocodrilos, podemos mencionar un posible contrasentido entre la puesta en escena y el propósito musical cuando el adormecimiento de Brünnhilde), la escenografía tiene un impacto, una fuerza, como pocas veces hemos visto en Bayreuth. Nada está dejado al azar. Cada decorado es una obra de arte, además de tener unos significados profundos, que cualquier espectador del siglo veintiuno es capaz de proyectar… El hiperrealismo le da una intensidad pasmosa. Podemos echar de menos, a veces, más emoción, más compromiso, pero todo está pensado. Hasta la ausencia de inmolación, que nos deja sedientos y frustrados, tiene su objeto: el nihilismo, una visión profundamente pesimista y negra del siglo veinte, y del porvenir.

    Hacía tiempo que no teníamos una producción de este nivel en Bayreuth, de esta igualdad y de esta fuerza. Total que los abucheos del público del año pasado se convirtieron en una ovación entusiasta. La historia se repite.

    M'agrada

    • Antonio

      Si su referente como Wotan es el pálido Theo Adam ya lo entiendo.
      Se le olvida un pequeño detalle sin importancia, Castorf no salió a saludar y las protestes se produjeron en el primer cicló donde el público le esperaba con ansiedad, aunque no quiso volver a pasar por lo del año pasado

      M'agrada

      • Oli

        ¿He hablado de un referente? No. He mencionado el monólogo de Wotan en el segundo acto de Walküre, que a mi modo de ver Theo Adam interpreta como nadie. No tengo referentes, me gusta Hans Hotter, me encantó por cierto la insolencia vocal de Albert Dohmen de la producción de Thielemann. Por el contrario, Mac Intyre me parecía bastante insuficiente. Adam no es pálido ni mucho menos. En cuanto a la negación de Castorf de venir a saludar, es deplorable, pero no tiene importancia alguna. Lo siento por los cretinos que hubieran estado encantados de poder desfogarse.

        M'agrada

  8. Oli

    Mi intención no era insultarle, ya que nunca he pensado que fuera usted capaz de rebajarse abucheando a los artistas, por muy mal que le hayan parecido. Si tal es el caso, le ruego no se sienta aludido y acepte mis disculpas. Ahora bien, no me desdigo, abuchear es un acto que me parece denotar cierto grado de estupidez y en todo caso una falta enorme de respeto.

    M'agrada

    • Antonio

      No tanga ninguna duda que de haber salido el susodicho Castorf hubiera manifestado mi humilde parecer a su trabajo, ese es el motivo por el cual los artistas y otros que intentan serlo, salen al final, a riesgo de recibir la disparidad de opiniones.
      Si tenemos que hablar de estupideces y faltas de respeto enormes, podemos hacer una lista interminable de las realizadas previamente por Castorf en este intento burdo de decirnos lo que otros muchos ya han dicho con mucho más talento creativo y clase, sin necesidad de burlarse del propio Wagner teniendo el beneplácito del público que con pretensiones de modernidad y una falta de criterio, conocimiento y rigor musical notórios, aplauden y bravean por temor a ser clasificados de reaccionarios, prefiriendo ser cómplices de la absurda mascarada.
      Yo me siento insultado y menospreciado por un director que ha creado su triste obra a expensas del genio de Wagner, del erario alemán y en parte de mi bolsillo.

      M'agrada

      • Oli

        Ninguna burla hacia Wagner por parte de Castorf, y sí una adecuación satisfactoria al texto, tanto musical como literario, salvo una o dos pequeñas excepciones: Adormecimiento de Brünnhilde, que viene acompañado en la orquesta por un descenso cromático de blancas, el cual no corresponde con la actuación escénica del momento (nunca habría permitido ningún movimiento en ese momento). Luego, el “blowjob” que exige Wotan de Erda en el tercer acto de Siegfried, chiste alrededor de la palabra “hinab” (abajo), cuando en ese momento Erda es la que domina a Wotan, es ella la que manda. Por lo demás, lo siento mucho, pero no tiene usted razón. Hasta la escena más controvertida de los cocodrilos, puede que no le haya gustado (mentiría si dijese yo que me encantó), pero hasta esa escena tiene una lógica de lectura implacable: la felicidad y el amor resplandecientes que claman Siegfried y Brünnhilde (“leuchtende Liebe”) suena a chiste, en vista de la situación dramática del momento: fin programado de los dioses, empeño del Nibelung por reconquistar el anillo y por llevar a cabo su plan de engendrar a una criatura capaz de llevar a cabo ese designio… y el do de Brünnhilde en la misma palabra “(lachender) Tod”, muerte que ríe, corrobora esa falacia. A partir de ahí, el escenógrafo tiene varias opciones: Castorf ha elegido el sarcasmo. La alegoría de los cocodrilos, que introducen a la vez un elemento cómico, no está tan descabellada. Y hasta se aprecia en la interpretación de los cantantes, ese desparpajo que invade tanto a Siegfried como a Brünnhilde, prueba de que NADA ha sido deja al azar, ningún detalle. Es una lectura vivificante de Wagner, que por cierto está en las antípodas de la visión de Knappertsbusch, Furtwängler (versión deslucida por unos cantantes ya demasiado mayores) o Böhm. Pero una versión que tiene también una lógica vertebrada, guste o no. Basta con abrir un poco la mente, olvidarse de las versiones queridas que escuchamos en casa… y se descubren cosas nuevas… que al fin y al cabo, a eso vamos a Bayreuth… o a cualquier otro teatro.

        M'agrada

  9. Antonio

    No voy a eternizar el debate. Destrozar o deconstruir como se usa ahora, para que con los pedazos resultantes surja una idea por ahí, otra por allá, pero sobre todo se rellene de estupideces forzadas que sobretodo despistan y distraen, quizás por ello hayan gustado tanto ciertos cantantes, es el recurso más fácil.
    En castorf no hay coherencia alguna entre la Brunnhilde de la Valquiria y la del Ocaso, y eso que ella junto a Hagen me parecieron los personajes más trabajados y coherentes. pero la cantidad de sandeces visuales, de vídeos, y apabullantes escenografías, no pueden esconder la inutilidad en pretender alejarnos al máximo de Wagner para acercarnos a Castor.
    Usted quiere justificar lo injustificable. En Castorf no existe ninguno de los grandes momentos escénicos, a no ser por la música que muy a pesar suyo, se mantiene íntegra. Ni el ridículo final en el Oro con la entrada de los dioses al Walhalla, ni muchísimo menos la despedida de Wotan a Brunnhilde o el dúo de esta con Siegfried y su inmolación final, resultarían realmente trascendentes. Es una auténtica payasada, una burla que muchas veces cuesta seguir.
    Usted se olvida, como la mayoría de directores, que las operas deberían ser explicadas como si siempre fuera la primera vez que las vamos a ver. Pretender que como ya nos conocemos la historia, podemos hacer con ella lo que sea, puesto que le público en realidad ya sabe lo que tendría que ocurrir, aunque no ocurra, es patético y un timo.
    Castorf evita el leitmotiv, prescinde de él aun sabiendo que es la magistral trama con la que Wagner teje toda la historia Castorf, evita por tanto la música.
    Quiere ser tan diferente que desvirtúa el original, por lo tanto existe traición.
    No estoy para nada en contra de las producciones actuales, pero sí de estas producciones que quieren alejarme totalmente del origen para explicarme la caída económica de Occidente, algo que tiene que cuadrar con todo lo tramado por Wagner, y eso ha resultado imposible. No hay virtud redentora, que al fin y al cabo es la esencia de lo que creo quería transmitirnos Wagner.
    La decadencia es total, y ya se valora más al actor que pueda hacer todo lo que le exige el director de escena, que al tenor capaz de cantar lo que Wagner escribió.
    Lamentablemente no tengo más que aportar.

    M'agrada

    • Emilio J. Gómez

      Estimado Antonio:
      Tampoco me interesa demasiado volver a este debate tan recurrente cada vez que se menciona el nombre del Maestro. Para mí Wagner es música y teatro; el teatro nació como un espectáculo catártico hace ya muchos siglos en Grecia. Reducirlo a una serie de tópicos que todos conocemos de antemano, para que nadie se sorprenda o para que la obra no sugiera otras lecturas, a lo mejor demasiado actuales, es ponerle puertas al campo. Appia, Bernard Shaw y otros muchos se dieron cuenta ya en el siglo XIX de la extraordinaria riqueza y vigencia de la obra de Wagner y que debía ser traducida escénicamente. Como bien sabe, en el estreno del Anillo Wagner no dirigió la orquesta y prefirió concentrarse en lo que consideraba más delicado, la puesta en escena. Él fue el director de escena y el primer decepcionado con el trabajo escénico.
      Por lo demás, estoy de acuerdo con usted en que no todo fue tan maravilloso.
      Por cierto, mis adorados Windgassen, Mödl, Flagstad o Melchior empezaron en Anillos de provincia antes de ser fichados para el Festival.

      M'agrada

      • Antonio

        O las provincias están en horas bajas o Bayreuth no va a las provincias adecuadas. Ningún cantante de la actual plantilla en Bayreuth tiene ni un atisbo de calidad de los cantantes que Usted ha citado, pero sin llegar a igualarlos, todos somos capaces de citar nombres actuales mucho mejores y más anhelados que los que año tras año rebajan el listón de calidad, producciones a parte, en la Verde Colina.
        No haga trampas por favor. Le felicito por su artículo y su libro

        M'agrada

  10. Un gran artículo, Emilio, y muy necesario para aquellos que escuchamos (y comentábamos en directo) las retransmisiones del Anillo este Julio. Me alegra oir una voz que aplaude parte de la escenografía y la dirección de actores/cantantes, y que demuestra que Bayreuth está en la onda sin ser nada innovadora. Aún así, aunque el Anillo puede dar mucho de sí, los creadores tienen que afinar más las nuevas ideas porque parece que ya esté todo dicho.
    Mientras oíamos por radio, chateábamos en FB que la orquesta y coros sonaban impecables, sólo con algún metal mal atacado; nos gustaron los cantantes en general, pero Ryan nos amargaba sus dos jornadas. Ahora sólo nos queda peregrinar y comprobar que, efectivamente, la retransmisión es traidora, que la orquesta en ese foso es única y que Semper con Wagner diseñaron un gran auditorio.
    Muchas ganas de tener esa experiencia, amigo Emilio.
    Esperemos que Wahnfried y el teatro estén a punto el verano que viene, que en febrero creo que lo vamos a intentar!

    una abrazo
    kalamar Carme-Lula

    M'agrada

    • Emilio J. Gómez

      Gracias por tus comentarios, Carme. Siempre es un placer leerte. A ver si hay suerte en febrero. Nosotros no sabemos si repetir el año que viene o intentarlo en Innsbruck o Glyndebourne.

      M'agrada

  11. Josep R, Noy

    Sólo escuché las retransmisiones por radio. Pero lo de la decadencia artística y musical de Bayreuth me parece evidente desde hace ya unos años. Me parece imposible que la retransmisión por radio pueda empeorar tanto el resultado del canto, dado los medios técnicos de que disponemos actualmente. En otras retransmisiones radiofónicas no se produce nada de esto ni nadie lo menciona.Una cosa es que nunca será lo mismo escuchar por radio que presenciar la representación en el teatro de opera, evidentemente. Y otra que cuando unos cantantes lo hacen mal o son mediocres, lo son con radio o sin ella.Y para mi la gran mayoría de ellos este año fue en el mejor de los casos mediocre, y en los teatros de opera importantes del mundo se puede escuchar Wagner bastante mejor que en Bayreuth últimamente. Y para mi Petrenko no es el mejor director de Wagner actualmente, ni mucho menos, y pese a las bondades de la orquesta (fallos del metal aparte, que siempre pueden pasar en el directo) me dejó bastante frío, la verdad. Lo siento pero para mi o este festival da un giro radical a sus castings o tendrá una decadencia imparable como ha pasado estos últimos años. Lo de Lance es impresentable para mi gusto, por ejemplo.

    M'agrada

    • Emilio J. Gómez

      Gracias por su respuesta, Josep. El hecho de que la orquesta se registrase correctamente y las voces de forma tan desastrosa está relacionado (no lo digo yo, lo dice otra PERSONALIDAD que sabe infinitamente más de esto) con la plataforma rotatoria del escenario.
      Un cordial saludo.

      M'agrada

    • Roberto

      Yo también estuve en el Anillo, y he de decir que los cantantes estuvieron mucho mejor en el último ciclo que lo que se escuchó por radio. No se lo que pasaría… también los cantantes tienen días buenos y días malos. Algún experto con el que hablé, me dijo que en Bayreuth las últimas representaciones del Anillo suelen ser mejores porque los cantantes lo dan todo, ya que no se tienen que reservar para siguientes representaciones cercanas. Lo importante es disfrutar, conocí a muchas personas durante mis días en la verde colina, y todos coincidimos en que estábamos disfrutando muchísimo. Si alguno se siente estafado que no vaya más y así lo tendremos más fácil todos los que queremos volver.

      M'agrada

      • Oli

        Jajajaja, ¡muy bueno!, Roberto. Yo que escuché (parte de) las retransmisiones, salpicadas de los comentarios agridulces de Pérez de Aretaga de Radio Clásica, que por cierto no quise oírlo todo, tal era mi decepción en algunos momentos, llegué a Bayreuth con ideas preconcebidas y me temía lo peor. Pues nada de eso, la noche y el día. La fragilidad vocal de Catherine Foster, evidente en el ciclo I, se convirtió en un poder de expresión que nunca oyera antaño, en ningúna cantante del pasado, pese a una cierta desigualdad en la tesitura (media octava un poco débil, situada en el medium, entre el mi y el si bemol). La voz puede que algo ingrata de Lance Ryan, desprovista a veces de vibrato, en todo caso no especialmente “seductora”, pasó a ser en el Ring III la de un héroe machista, violento, pagado de sí mismo, pero nunca antipático (paradógicamente), que ejerce de Don Juan y de skinhead antifascista, una auténtica voz de Heldentenor, de agudos fáciles y brillantes, y homogeneidad vocal, cosa que nunca habíamos oído desde precisamente, Windgassen (ni siquiera mi admirado Siegfried Jerusalem): y no hablemos de su presencia escénica… Sin hablar del resto del reparto, todos se emplearon a fondo. Lo dieron todo. Yo también hablé con bastantes espectadores, españoles, pero también alemanes y franceses… Salvo una o dos excepciones, compartíamos la misma opinión. El ciclo III fue una gozada.

        M'agrada

      • Buenos días Roberto, bienvenido a IFL y gracias por comentar.
        Es una suerte que las últimas representaciones sean mucho mejores que las primeras. Solicitaremos que sean estas las que transmitan por radio, porqué menuda diferencia entre lo que nos contáis algunos y lo escuchado en el primer ciclo, con unas tomas de sonido espectaculares.
        Vuelve cuando quieras, tus opiniones serán bien recibidas por todos, estoy seguro.

        M'agrada

        • Oli

          Joaquim. Muy buena idea, la de este blog, que no conocía antes. Tu frase “solicitaremos que sean estas las que transmitan por radio” me llama la atención. La idea es estupenda, pero… Tenéis alguna influencia sobre las programaciones de Racio Clásica? Y más teniendo en cuenta que desde hace muchos años, se retransmiten los primeros ciclos, y no solo a nivel de España, sino de todas las radios europeas.

          M'agrada

        • Es pura ironía Oli, no tengo ninguna influencia en Bayreuth y la Radio Bàvara, és más no creo que me tengan en muy buena estima, los de Bayreuth. No me lo he pasado muy bien cuando he asistido al Festival. Aún así me gustaría ir el año proximo al Tristan, lo único que me interesa si se confirma que Westbroek vaya a ser Isolda, aun con Gould de Tristan, que ya es conformarse, pero bueno. Todo sea por Thielemann i la soprano holandesa.

          M'agrada

  12. Oli

    La lectura de Castorf es totalmente límpida. De lo único que podría adolecer, es de ser demasiado rica y de exigir del espectador una actitud siempre activa, por la profusión de detalles, la acumulación de datos, tanto teatrales como cinematográficos, que convergen hacia una única meta: la catástrofe final, la cual no es tanto redención por el amor como aniquilamiento del universo. La ambigüedad dejada por Castorf quizás sea lo más acertado de su trabajo.

    Y es que muchas cosas se superponen, tomando (o no) o sentido determinado. Lo que es obvio, es que Castorf renuncia al acontecimiento que todos esperamos: ese fin apocalíptico del Götterdämmerung nos será vedado, al espectador y a los actores. Primero, Brünnhilde tarda en devolver el anillo a las chicas del Rin (del Ron?) y lo hace con la discreción con la cual Siegfried bebió el filtro, el espectador ya no puede esperar más, y Castorf alarga el asunto con fruición. Después, en el maletero del Mercedes de las chicas del Ron, que vagan ahora lentamente entre Wall Street y la caravana, que suben al edificio, cuelgan un cuadro (el arte en Wall Street, el arte como valor de mercado), Brünnhilde manga dos bidones de gasolina y los desparrama alrededor de Wall Street… por fin, ¡vamos a asistir a un incendio! … Y las chicas del Ron en el balcón del edificio agitan, igual que Loge en Rheingold, unos mecheros. Pero no, renuncian… Esto no es más que una veleidad…

    Y Brünnhilde desaparece, ya no en una hoguera, sino en el fondo del decorado, el cual no cesa de girar. Tan sólo arde un barril de petróleo, en el cual las chicas del Ron arrojaron por fin el anillo, bajo los ojos fascinados de un Hagen petrificado, todo el mundo mira ese pequeño fuego arder de manera pasiva, mientras un vídeo deja entrever el cuerpo de Hagen tumbado, satisfecho, en un barco que se aleja de la orilla, un Rin-Estinge que se llevaría al muerto alejándose en la niebla. Telón.

    Todo nos es, por lo tanto, negado en ese largo final, sin mucho movimiento, voluntariamente aburrido, ahí donde durante todo el Ring la invención ha campado por sus respetos. Aquí, nada más que actos fallidos, distraídos, larguitos. Castorf es odioso: nos frustra de nuestras llamas y de nuestro Walhalla que va a derrumbarse.

    Pero en el mundo de Castorf, los Walhalla-Wall Street no se derrumban, somos nosotros los que pasamos y pasamos a otro mundo y fenecemos.

    Permanecemos impávidos, insatisfechos, y es lo que quiere la escenografía. Kriegenburg ponía en Munich un final optimista o más bien tranquilizador y solidario, Chéreau metía un grupo de personas que miraban al público, como para decir, nos toca a nostros construir un mundo nuevo. Castorf nos dice: no hay futuro, no hay optimismo, todo se queda tal cual, el mundo tal y como va, el mundo de la opresión, el mundo del comunismo, de Auschwitz continúa. Esa historia larga y sublime, mecida en el leitmótiv de la redención por el amor, no ha servido de nada, ha girado en el vacío.

    Castorf nos transmite ese mensaje por medio de una acumulación de detalles, en total adecuación con la trama musical, y sobre todo en total adecuación con la claridad deseada por Petrenko.

    Una inmensa producción, que sin duda pasará a la historia.

    M'agrada

    • Emilio J. Gómez

      Estimado Oli:
      Todo eso que cuentas es precisamente la clave de la desaprobación. Castorf se equivoca si el público en general, alguno de los que van a dormir las funciones va a mentenerse tan despierto intelectualmente como para desgranar tantísimas connotaciones como las que ofreces en este post de los últimos cuatro minutos de música. Estarás de acuerdo conmigo en que la puesta en escena exige muchísimo del público. Si a esto le sumas algunas “ocurrencias” justificables pero provocativas es perfectamente comprensible el enfado del respetable.
      ¡Pero, qué maravilla poder disfrutar tanto! Yo espero no perder nunca la capacidad de sorprenderme y de emocionarme en el teatro cuando el espectáculo en conjunto merece la pena.

      Un abrazo.

      M'agrada

      • Oli

        Como lo das a entender, a todas luces, Castorf no trabaja para los que se queden sobados en las butacas incómodas del Festspielhaus, sino para los que nos mantenemos con los cinco sentidos en alerta máxima. Y forzoso es reconocer, por lo tanto, que Castorf se mantiene totalmente fiel a la voluntad de Richard Wagner, quien ideó el teatro de tal forma que al espectador le fuese imposible quedarse traspuesto, de ahí que mandara que se dispusiesen las butacas de esa forma, que sales de ahí con los huesos machacados…. pero con los cinco sentidos pagados de tanta belleza. Un escenógrafo exigente, que te sorprende, te irrita, te frustra, te emociona, te seduce constantemente. El año que viene ¿repetimos?

        M'agrada

        • Emilio J. Gómez

          Como le he dicho a Carme Lula no sé si repetiremos o al final iremos a Glyndebourne o Innsbruck. Creo que lo intentaremos. Tienes toda la razón, Wagner obliga a pensar y a razonar sobre sus historias y su música. Es algo mucho más complejo que lo que estamos desarrollando aquí, pero tremendamente fascinante y cautivador.

          M'agrada

  13. Oli

    Ya que has mencionado, de refilón, a unos cantantes-actores de “provincias” para demostrar que no existen teatros de primera y de segunda categoría, me permito una apostilla acerca de los intérpretes legendarios y los intérpretes actuales. Es un lugar común decir, como oigo a menudo: “hoy día no tenemos la décima parte de lo que tuvimos en su tiempo”.

    Quizás haya algo de verdad, técnicas de soprano dramático como la de Birgitt Nilsson no las encotramos tan fácil. Y puede que Gwyneth Jones, con sus imperfecciones vocales, sea la última inmensa Brünnhilde… Ni Hildegrad Behrens, ni menos aún Linda Watson han sido convincentes. No obstante, ¿tenemos la distancia necesaria para opinar de ese modo? El otro día, reescuchaba versiones históricas. Y me di cuenta de que ni admirada Martha Mödl sufría martirios en los agudos de Brünnhilde, tres cuartos de lo mismo con Kirsten Flagstad, me di cuenta de la falta de matices de alguna interpretación de la magnífica Astrid Varnay, de la falta de autoridad de Frida Leider, del canto monócromo y monótono de Germaine Lubin (¡vaya tostón!), me di cuenta de que Ludwig Suthaus, con su voz autoritaria y timbre hermoso, no tenía la cuarta parte de los agudos que tiene nuestro Lance Ryan actual. ¡Sí, señor! Me di cuenta del timbre a veces ingrato de Windgassen. Me di cuenta de la dicción a veces monocorde del gran Hans Hotter. Me di cuenta también del grosor orquestal de las lecturas de Knappertsbusch, Böhm.

    Para ser objetivo, me quedé, eso sí, con la sublime interpretación del mezzo Christa Ludwig en la inmolación de Brünnhilde… dirigida por Knappertsbusch en 1962… sin duda una lección para todas las Brünnhilde habidas y por haber.

    Tal vez vivamos una crisis de las voces, y mis colegas cantantes y profesores achacarán esa realidad a múltiples factores, ritmo de vida, exigencias cada vez más grandes respecto a la actuación escénica, etc. Lo que sí veo, es que no echo de menos, ni las escenografías nazis, ni la forma de cantar de antaño. Hace tiempo que no teníamos un reparto tan excelente en Bayreuth, exceptuando a algunos, que he mencionado.

    M'agrada

  14. dandini

    Caramba Oli te felicito ,por fin una bocanada de aire fresco.En el pasado habia cantantes buenísimos pero mira por donde tambien tenian defectos.
    Habitualmente un espectaculo como la opera ha sido frecuentado por gente de mentalidad excesivamente encorsetada en distintos aspectos.
    Una parte ha asociado el espectaculo al glamour de la moda y el dinero.
    Otra parte se ha decantado por la parte artística y ejercen de vigilantes de la
    tradición a nivel escénico y/o a nivel vocal.Me parece absolutamente ridículo ejercer de defensor eterno de un cantante y silenciar sus defectos .
    La solucion es fácil activar el reset de lo que me enseñaron en” clase” , dejar de repetirlo como se ha hecho hasta ahora y utilizar el oído sin prejuicios.Este mecanismo provoca un gran beneficio por que te permite volver a disfrutar del espectáculo.El fuego y la bilis dejaran paso a una lectura más equilibrada con pros y contras.

    M'agrada

    • A tu et contesto amb català, no em surt fer-ho d’altra manera.
      Caram amb l’alenada d’aire fresc, i resulta que quan parlo meravelles de la Gemedieva o altres cantants actuals, els hi poses pegues, no fos cas que m’haguessis de donar la raó, quelcom que no necessito, francament. Això quan no em penges un youtube de la Zeanio qualsevol altre cantant del teu passat, que aleshores si valen com exemple per reafirmar les teves tesis. Tants tantes cotilles com jo, tants referents com jo i es tornes tan vigilant com jo, sortosament haig de dir, dels referentes, s’anomenin Bergonzi, Kraus, Olivero, Cossotto o Obraztsova, entre molts altres que compartim, però és quelcom que ja he constatat fa temps i una vegada entès i assumit fins i tot ho entenc, però és un tema que res té a veure amb el que s’acostuma a parlar en el blog i abraça altres aspectes de la vida. Ara bé, no vulguis fer entendre al demés el que no és, perquè en aquest blog parlo de cantants d’ara, sobretot de cantants d’ara, perquè són els que tinc la fortuna, el goig o la desgràcia de gaudir i patir.
      No cal dir que quan parlo de Flórez, Kaufmann, Stemme, Theorin, Kampe, Wesrtbroek, Terfel, Gemedieva, Owens, Garanca, Netrebko, Pape, i tants i tants altres no acostuma a recordar-me gaire del passat.
      Jo no puc activar el reset, és més ho trobo una imprudència, de fet tu també, però et desdius sovint, En qualsevol cas cada vegada que em parlis d’un cantant del passat et diré que el teu reset està avariat, que passis pel taller.
      La bilis és cert, fa mal, convé desterrar-la
      El passat és com els llibres, t’ensenya i educa. Voler girar-li l’esquena mostre si més no, un grau perillós de inconsciència.

      M'agrada

  15. Oli

    Claro, Dandini! Lo importante es disfrutar, olvidarse de lo aburrido y de lo malo y quedarse con las emociones intensas proporcionadas por el espectáculo. Las hermanas Wagner no son tontas, sabían muy bien lo que hacían, contratando a los que han contratado. No hay, como pretendía Pérez de Arteaga, “errores en el cásting”. Simplemente cantantes-actores que tienen sus días buenos y sus días malos. Los que criticamos, para bien o para mal, ya seamos amateurs o profesionales de la pluma, debemos saber que los artistas son gente humana, y que hay veces que un artista no se levanta de una crítica malvada. Los artistas son (somos) gente que actúa sin red de protección. Una caída puede ser mortal.

    M'agrada

  16. Leonor

    Seré breve:
    1. Qué bien escribes, Emilio y cómo lo transmites todo. Me alegro de vuestro disfrute.
    2. Gracias a Joaquim por ofrecer el blog y así conocer de primera mano muchos datos.
    Iba a añadir algo.Si lo recuerdo lo añadiré…
    ¡Buen fin de semana, infernems!

    M'agrada

  17. dandini

    Amic Joaquim el passat com el present està plagat de personalitats rellevants i genials carregades de defectes fins el cap d’amunt.
    Una societat en exces tradicional com és el públic operístic ha acustomat a venerar alló que eplicàven els més veterans de forma absolutament absurda.
    Actualment l’acces a la informació ens permet veure i sentir facilment
    cantants que passaven per ser Deus que si els escoltes sense la influència de
    judicis previs te n’adones de la qüantitat d’errades tècniques ,estilístiques que cometien.Si hi ha algú que és feliç resan cada dia a la seva diva preferida que ho faigi pero no és el meu cas.Aquestes fidelitats religioses no ens porten enlloc i crea gent cada dia més descontenta.(el típic afeccionat emprenyat crònic)
    M’agrada molt i trobo una cantant impecable la soprano Venera Gimadieva pero desde el punt de vista emocional em resulta una mica inexpressiva fet en el que coincideixo amb algunes publicacions aparegudes al Regne Unit.De les actuals i per la Violetta jo prefereixo entre altres Sonia Yoncheva.
    La discrepància és bona i sempre enriquidora.

    M'agrada

  18. dandini

    Quan escolto l “Ah si ben mio ” de Jonas Kaufmann faig un reset del de Carlo Bergonzi i el gaudeixo plenament doncs també fa coses precioses. Aquesta decisió no augmentarà la meva reputació de crític exigent pero sí augmentarà la meva felicitat.

    M'agrada

        • Sí, molt, i no l’acabo d’ubicar a l’apunt, la veritat. I si intento trobar-hi una explicació l’única que li trobo no m’agrada, però com que no crec que vagin els trets per aquí, m’estimo més pensar que no és la que em penso.

          M'agrada

        • Marc

          No és la que et penses, la vaig gravar aquí perquè és allà on hi havia més densitat de població i de discurs, i perquè ara és l’hora i perquè la tecla feia llum. Me’n guardaré prou de tornar a escriure una V, no vull tenir problemes amb l’autoritat. I menys de que et facis una imatge esbiaixada de la meva esbiaixada figura.

          Volia opinar sobre aquest cicle de l’Anell, però vaig recordar que no tenia temps per perdre-hi, Ja em va quedar suficientment clar que Wotan era una rata grassa de la Disney i no l’amo dels Déus. No puc admetre de cap de les maneres un Wotan-rata. Quin record més grotesc…

          Salut Joaquim.

          M'agrada

        • No tindrà sproblmes per esciure cap “V”, però ha de tenir un cert sentit amb el tema, i si més no en l’apunt del José Emilio, em sembla que calia cenyir-se al tema.
          la segona part del teu comentari hagués pogut ser el teu comentari inicial 🙂
          Gràcies per ser-hi.

          M'agrada

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