En Colbran va poder anar dijous passat, al concert del cicle Palau 100 amb Kent Nagano i l’Orchestre Symphonique de Montreal. Els esdeveniments al voltant de l’OBC han endarrerit la publicació que ara us deixo. Gràcies Colbran, com sempre un plaer llegir-te.
KENT NAGANO Y LA ORCHESTRE SYMPHONIQUE DE MONTREAL
PALAU 100 ha conseguido traer al Palau de la Música de Barcelona a la
Orchestre Symphonique de Montreal con Kent Nagano (su director titular desde la temporada 2006/2007) al frente, lo cual es de agradecer pues esta formación musical fundada por un grupo de aficionados a la música
en 1934, sólo ha efectuado 9 desplazamientos a Europa, a lo largo de
toda su existencia.
Se trata de una orquesta de 140 profesores que inundaban el espacio
escénico del Palau y, como lo sobrepasaban, tuvieron que practicarles
un acceso mediante rampas sobre los escalones que llevan a los
camerinos, en ambos lados y parte del pasillo que comunica los
laterales con la platea central. Una orquesta de estas dimensiones
produce un sonido muy espectacular pero excesivo para las dimensiones
y estructura del Palau. Yo creo que en el Auditori se hubiera
apreciado mucho más la alta calidad de esta orquesta.
Desde su fundación la Orchestre Symmphonique de Montreal ha tenido
directores de enorme prestigio como Wilfrid Pelletier, su primer
director y, a su vez, director del Met durante los años comprendidos
entre 1932 y 1950, Igor Markevitx, Zubin Mehta (iniciador de las giras
europeas), Franz-Paul Decker, Rafael Frübeck de Burgos y Charles
Dutoit, este último, que lo fue desde 1977 hasta 2002, inundó el
mercado discográfico, al frente de esta formación, con registros muy
apreciados y premiados, algunos de los cuales conseguí en su momento.
El programa constaba de tres obras: dos de Debussy (en la primera
parte) y una de Richard Strauss (en la segunda parte).
El concierto se inauguró con el “Prélude à l´après-midi d´un faune”,
estrenada en París el 22 de diciembre de 1894. Este poema sinfónico,
inspirado en el poema de Mallarmé, en principio iba a pertenecer a un
tríptico sinfónico constituido por “Prélude, Interlude et Paraphrase
finale”, pero Claude Debussy sólo compuso el Preludio que,
posteriormente, la “Compañía de Ballets Rusos” de Diaghilev adoptó a
mayor gloria del genial Nijinsky. Esta es una deliciosa obra que
conozco muy a fondo, pues en una de las últimas apariciones escénicas
del bailarín catalán Joan Tena, como bailarín y coreógrafo, yo le
monté la banda sonora del espectáculo, e incluso hice de encargado de los focos. Este poema sinfónico era el segundo que aparecía en la banda sonora como una evocación que Tena efectuaba del gran Nijinsky.
Para mi gusto el “Prèlude” me sonó algo descafeinado y excesivo de
volumen, ya que yo lo recordaba con un arranque suavísimo de la flauta
y la orquesta, apenas perceptible, in crescendo hasta conseguir
gradualmente un volumen medio, produciendo una sensación de misterio y
voluptuosidad incomparables. En el Palau no fue así, además la flauta
que sonó espléndida tuvo un ligero desliz. Las cuerdas sonaron muy
bien, pero yo creo que Nagano no consiguió el efecto que yo esperaba.
El público aplaudió cortesmente, sin más.
Muy distinto fue el nivel conseguido con “La mer”, los tres esbozos
sinfónicos como apellidó Debussy a este poema sinfónico, estrenado en
París el 15 de octubre de 1905. En esta obra la orquesta canadiense
estuvo magnífica, con todas las familias de instrumentos compactas y
diferenciadas, consiguiendo bajo la dirección de Kent Nagano que las
delicuescencias debussynianas quedaran bien patentes y las bellas
melodías llegaran a un público atento aunque aquejado de mucha tos,
como siempre. Kent Nagano, con un look más juvenil que el habitual
(menos flequillo y melena más corta) y su orquesta fueron muy
ovacionados.
En la segunda parte, esta espléndida orquesta tuvo a su cargo la
interpretación del décimo y último poema sinfónico de Richard Strauss
“Eine Alpensinfonie”. Yo, contrariamente a la corriente dominante, soy
un gran admirador de la música sinfónica de Strauss y esta obra en
particular me gusta mucho. Con una estructura de sinfonía, pero con un
sólo movimiento, si bien con cuatro partes destacadas: la noche, el
amanecer, la ascensión y el descenso-retorno a la noche, la música de
Strauss nos describe 24 horas en los Alpes, mediante 22 motivos
temáticos variados y ricos en melodías, contrastes tímbricos y una
orquestación marca de la casa. En algún momento ciertos temas
musicales nos recuerdan “Der Rosenkavalier” y otros nos anticipan “Die
Frau ohne Schatten (la Sinfonía Alpina es de 1915), …A lo largo de
unos 50 minutos, Kent Nagano y su orquesta llevaron a cabo un derroche
de virtuosismo y de brillantez, con momentos destacados para la
percusión, las harpas, la cuerda en general (compacta y audible en
todo momento), el metal,…Fue la interpretación más conseguida de la
noche y los aplausos y bravos fueron constantes, sonoros y merecidos.
Un auténtico éxito. Una formación orquestal como ésta, tan amplia y
disciplinada y con un resultado sonoro tan espléndido produce una sana
envidia, la verdad.
Me han informado que hubo dos propinas: una pieza de Debussy (que no
me han sabido identificar) y un fragmento de “L´Arlesienne”, de Bizet,
pero yo había abandonado ya la sala, después de la tercera salida de
Nagano, para recibir sus merecidas ovaciones, pues creía que no se
iban a producir “encores”

Hola Colbran:
Estic completament d’acord, una orquestra amb tanta quantitat de músics no és pot escoltar al Palau de Música, a l’Auditori hauria estat un altre cosa.
A mi Debussy em va agradar, no tant la Sinfonía Alpina, peça qué com tú m’encanta, hi han moments d’una autentica bellesa, però no vaig gaudir-ho com hauria fet interpretada a l’Auditori.
És una llàstima que els responsables de programar aquestes orquestres no tinguin present les caràcteristiques del Palau, i adonar-se que escoltar-les és gairabé un patiment. Per poder fruir-ho molt millor, actualment han de tocar a l’Auditori.
Lamentablement han estat en el lloc inescaient per una orquetra que és mereix per la seva qualitat i també el programa interpretat tenir més èxit que el produit al Palau.
M'agradaM'agrada
¡Vaya crónica, Colbran!. Casi he sentido las notas y hasta la interpretación de estas tres obras tan conocidas y buenas. Alguna vez me he manifestado “estrausiano hasta la médula” y creo que tanto su obra de cámara, como sus lieders, como su música sinfónica son una forma de llegar a sus óperas con las labores hechas. La sinfonía Alpina es una verdadera joya, que por cierto, tuve el gusto de oír en Amsterdan, a la Concertgebouw, en compañía de “François Dorleac”. Je, je, je…
Enhorabuena y sana envidia.
M'agradaM'agrada
Fantàstica crònica Colbran! Jo també he sentit les notes, he vist els músics i quasi bé, gràcies als teus bons oficis periodístics, he saludat al gran Nagano.
Llàstima que et perdessis els “encores”.
Espero que en Joaquim et segueixi assignant la col·laboració d’enviat especial en aquest, el seu blog.
Salutacions per ell i aplaudiments per tu.
M'agradaM'agrada